CLAVES Y LLAVES DE “MARÍA DE LA UNIÓN”: BODAS DE PLATA CON LA MUERTE DE MARÍA CEGARRA SALCEDO.

En el 25º aniversario del adiós de la escritora, química e Hija Predilecta de La Unión, María Cegarra Salcedo (28-XI-1899 // 26-III-1993), subrayamos la calidad humana y artística de su personalidad excepcional.

Vida

    Hija de Ginés y de Filomena, acudió María como alumna de pago al Colegio de las Hermanas Carmelitas (en La Unión, el “Asilo”). Niña reservada, imaginativa y fantasiosa, conoció la pujanza de la ciudad minera convertida en emblema de esperanza y de progreso en los inicios del siglo XX (población de 35.000 habitantes). En los años siguientes, la lenta, progresiva ruina de la Sierra se asocia a la enfermedad invalidante de su hermano Andrés, escritor y fundador de la Editorial Levante, que desarrolló una excepcional actividad cultural con la publicación de obras de autores de la Región hasta su muerte el 14 de Enero de 1928.

Él mismo la había orientado a estudiar química y a escribir:

“La Química no fue decisión mía, yo no hubiera elegido nada, hubiera sido una mujer vulgar. Andrés decidió que yo debía tener un medio de vida. Así, en tierra de minas, analizar minerales podía tener futuro (…). No elegí Química pero me enamoré de ella. La conjunción de la Química con la poesía en mi vida es un estado de gracia. La Química es la poesía de Dios…”.

“¡Me pensé tanto lo de escribir!, pero, como había vivido un mundo tan intenso junto a mi hermano Andrés, necesitaba hacerlo. Él estaba enfermo y lo dictaba todo, y yo, por ser la más pequeña y tener más tiempo, era la que acudía a esta tarea. Cuando él se fue yo me quedé llena de una vida que quise continuar; no lo logré en seguida, pero como no dejaba de pensar en aquello llegó un día en que me puse a escribir”.

       María cursó estudios superiores de química. De hecho, fue la primera mujer perito químico de España. Entre los años 1921-1924 prestaría servicios como ayudante técnico en el laboratorio de análisis industriales de la viuda de Francisco Munuera con el haber mensual de 200 pesetas.

Luego, desde finales de los años veinte y durante varias décadas, estuvo María al frente de su propio laboratorio de análisis químicos, orientado a la explotación minera, en la casa familiar, c/. Bailén n° 10. En 1946, obtendría la Licenciatura en Ciencias Químicas por la Universidad de Murcia.

Además, María ejerció la docencia durante cuarenta años en distintos centros de enseñanza de Cartagena, entre ellos, en la Escuela de Peritos Industriales.

María vivió casi un siglo, vida sencilla, en los ámbitos de lo cotidiano: el del ambiente familiar, el profesional y el dedicado a la poesía y a la pintura. María permaneció soltera y, salvo escasos viajes, vivió siempre en La Unión:

“No puedo vivir sin la gente que me quiere. No me queda ningún arrepentimiento por no haberme ido porque yo no me veo capaz de eso. Soy muy tímida, soy una persona muy de la casa junto a los míos…”. Católica practicante y fervorosa, vivió la fiebre anticlerical desatada en La Unión en los inicios de la Guerra Civil.

Fue delegada en La Unión de la Sección Femenina (Falange Española) y colaboró intensamente en la atención de los comedores escolares para los necesitados (“Auxilio Social”) durante los duros años de la posguerra, así como en la dirección del taller de bordado allí establecido.

     A pesar de sus reticencias, María Cegarra acabaría entrando en política como concejal del Ayuntamiento de La Unión en la década de 1960. En 1980 fue otorgado su nombre al Instituto de Enseñanza Secundaria de La Unión.

En La Unión, sus amistades y familiares, la presencia de Asensio Sáez, su pasión por la Semana Santa, así como las visitas y la correspondencia con otros autores, llenaron la vida de la escritora. Nombrada Hija Predilecta de la ciudad minera en 1992, falleció el 26 de Marzo de 1993. Con ocasión del centenario de su nacimiento (1999), el Ayuntamiento de La Unión inauguró un busto de la poeta frente al Liceo de Obreros, centro dirigido por su hermano Andrés a comienzos del siglo XX.

     Sobre la composición

 

     Acerca de su modo de componer, María había manifestado:

 

    “No soy mujer de ponerme en una mesa y que me salgan las cosas rápidamente. Es muy difícil explicar cómo es la génesis de un poema. Ya te digo que primero tengo la idea, un verso que te sale de golpe y que luego desarrollo lentamente en el papel. Lo desarrollo, busco lo que suena mejor, le añado o le quito un adjetivo (…). Después viene la labor de corrección y, a veces, de ampliación, y así lo voy haciendo, lentamente.

 

     “Maduro y alimento cada poema, apenas hago correcciones y los dejo reposar. Soy mujer de silencios más que de palabras”.

 

   “Yo escribo para mí y para nadie más; no me preocupa que me lean”.

 

   “Yo nunca pienso en nadie cuando escribo”.

 

     Obra poética

 

   María Cegarra no fue autora prolífica. El valor de su obra literaria reside, sobre todo, en cuatro libros de poemas sencillos, pero llenos de emoción, en los que vierte su escritura clara, serena y honda, depurada a fuerza de rigurosa selección. Poesía definida, al modo juanramoniano, como triple ansia de belleza, conocimiento y eternidad por los que su nombre merece figurar en la estirpe más noble de la literatura.

Cristales míos (1935)

El recuerdo de su hermano Andrés da fuerza y sentido al libro, concebido como homenaje al hermano ausente:

“¡Cuánto tiempo que no oigo tu voz.

                  Por escucharte canto,

                 por saber de ti he inventado este falso amanecer…”.

Temas y palabras relacionadas también con el mundo de la química y de los minerales en el que se desenvolvió profesionalmente.

Desvarío y fórmulas (1978)

 

    Cuarenta y tres años después de su primer libro, muchas circunstancias sociales y culturales han cambiado. Esta vez la poesía brota del quehacer cotidiano. Se inspira, sobre todo, en su experiencia como profesora; también en su trabajo en el laboratorio, en la gente de la mina, en el mar…

Dame Señor, un claro pensamiento…”

 

                                    “Hubiera querido ser una alquimista antigua…”

 

                                    “Manejo tantas fórmulas y no sirven para versos…”.

Cada día conmigo (1986)

    María Cegarra acaba otro libro, “Cada día conmigo”, publicado con sus obras anteriores, en 1986, bajo el título general de “Poesía completa”. Libro muy diverso, de poemas escritos con el conocimiento que da la experiencia de toda una vida: amor, tristeza, soledad, sueños, temores…

Poemas para un silencio (1999)

      Los motivos que lo originan y le dan sentido son la muerte y el recuerdo de su hermana Pepita, a quien está dedicado. Libro póstumo, publicado 6 años después de la muerte de María.

Ella misma, María de La Unión, había dibujado el vacío de su propia ausencia, alentando siempre la esperanza, en un soneto inolvidable:

DESPUÉS

“Me moriré en La Unión, junto a las minas,

con un rumor de mar a mi costado,

el cante de mi tierra como rezo

y el trovo de un amigo por corona.

 Tengo miedo que me cubra la tierra,

pero el amor callado de mi ensueño

desgarrará la oscuridad silente

alcanzando la luz inconsumible.

 Mi mesa con su enredo de cuartillas,

cartas que no alcanzaron su respuesta,

un libro abierto, un retrato escondido.

 Envuelta en soledad de soledades,

sin que nadie la recoja y la viva,

la emoción de mis versos al olvido”.

Este articulo ha sido redactado por nuestro Hijo Predilecto y Cronista Oficial, D. Francisco José Ródenas Rozas.